Señor Cáncer

Crónicas del cáncer - Capítulo III

Por Gladys Cavero, Content Specialist de PEOPL.

Ciudad de México, Agosto 2 del 2024.

En la comunidad de PEOPL, nuestra misión es brindar apoyo y conocimiento a través de información y también historias que nos llevan a la reflexión.

Nos alegra presentarles el tercer capítulo de “Crónicas del Cáncer“.

Si te perdiste de los primeros capítulos, puedes leerlos en los siguientes links:

Y nos complace invitarte a un taller, hoy 2 de agosto, que será dirigido por el autor de Crónicas del Cáncer. Link de registro: https://lu.ma/9594ao6x 

El espejo

Crónicas del Cáncer - Capítulo III

Por: Sup Tupa (Rubén)

«Lo único que ha cambiado es el espejo

Ahora cada vez que lo veo…»

No hay novedad / Cadete de Linares

Estimado Señor Cáncer, una de las etapas más duras de mi encuentro con usted fue el resultado de la cirugía, permítame le platico la historia:

En el año de 1986 la agrupación de origen español, Hombres G, lanzó su producción titulada «La cagaste… Burt Lancaster» con la cual se consagró en el mercado hispano, teniendo varios sencillos en las listas de popularidad, entre ellos el que nos servirá de referencia: El ataque de las chicas cocodrilo.

La letra describe a un hombre que se considera promedio, ni particularmente atractivo ni desagradable, y que se sorprende al ser objeto de atención de un grupo de chicas en un centro nocturno. La frase que evoco es necesaria para esta retahíla de letras: Nunca hemos sido los guapos del barrio… siempre hemos sido una cosa normal.

Aunque pensándolo bien, en la época de la pubertad, una compañera de la secundaria me dijo con una actitud de convencimiento: «Rubén, tú no eres feo sólo que estás gordito, pero si bajaras de peso…» Después de ese juvenil y sincero diagnóstico, me autoasigné en el segmento la normalidad estética del 99.9% de la raza de bronce de este país.

Una de las preocupaciones de este escribano fue – y es – ¿cómo quedaría mi rostro después de la cirugía a la que nombran como: exenteración? Hubo quienes – en ocasiones hasta en tono de regaño – me decían que lo principal era la recuperación, que estaba vivo, que por lo menos en este asalto le había dado la batalla a usted, al Señor Cáncer.

Sinceramente, eso no es un consuelo entre las muchas preocupaciones que tenía y tengo.

He de confesar que recientemente me he visto ante el espejo, la imagen que me ha devuelto me hizo sollozar. Ahora me viene a la mente ese gran relato de «La historia interminable» de Michael Ende, en donde el personaje principal, Atreyu, al buscar una solución para salvar al Reino de Fantasía se enfrenta con tres puertas antes de llegar al Oráculo del Sur. La segunda puerta es de nuestro interés: El espejo mágico.

«Cuando se está ante él, se ve uno a sí mismo... pero no como en un espejo corriente, desde luego. No se ve el exterior, sino el verdadero interior de uno, tal como en realidad es. Quien quiera atravesarlo tiene que – por decirlo así – penetrar en sí mismo […] Quienes se consideran especialmente intachables huyen gritando del monstruo que los mira irónicamente desde el espejo. Para otros fue menos espantoso, pero todos tuvieron que vencerse a sí mismos.»

Verme en el espejo fue un desafío introspectivo, me enfrenté a mis propios miedos, deseos y verdades internas, sin querer me asomé a una dimensión donde vi al Rubén que seguirá conmigo de hoy en adelante.

Con una tremenda marca en el rostro, el lugar que ocupaba mi ojo está hueco y la imagen que vi en el espejo fue terrible, terriblemente triste ¿Quién me puede culpar por no quererme ver así?

He llorado mucho. La realidad sensible, esa que percibía con los sentidos, esa a la que mi mente estaba habituada, esa, se ha trastocado en mi memoria. En algún momento de la crisis de salud que he estado viviendo, le pregunté a mi pareja que, si con esa imagen aterradora marcada en mi rostro me aceptaría, su respuesta fue inmediata – supongo yo por el temor a que yo creyese que estaba dudando – y expresó enfáticamente: ¡claro! ¡por supuesto que sí!

Después lo razoné y la pregunta no era para ella sino para mi ¿yo me aceptaría así, con esa imagen?

Han pasado los días, la sanación emocional sigue siendo la más difícil, la sombra del Señor Cáncer no ha desaparecido, la recuperación física sigue haciendo estragos por su lentitud natural. Sigo en busca de la cara que tuve, espejo tras espejo. No hay pizca de vanidad, sólo nostalgia.

Al final de esta etapa de vida es posible que haya una enseñanza que estoy por aprender, por lo mientras me quedo con esta cita de Hunter S. Thompson que me compartió mi hermano.

«La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Vaya viajecito!»

Venga pues y como dijo el bigotón Nietzsche: «Oídos nuevos para música nueva. Ojos nuevos para lo más lejano. Una nueva conciencia para verdades que hasta ahora habían quedado mudas».

Por lo pronto, espejos y paparazzi están cancelados.

Próxima Crónica del Cáncer: Regreso a casa

Sobre el autor, :

Es teólogo, radialista de banqueta, cronista urbano, autor de las llamadas Crónicas Pachecas, Crónicas de la Pandemia y ahora por su condición de paciente oncológico autor también de las Crónicas del Cáncer, se dice creyente de Dios y el Chamuco, fan de los ovnis, de la literatura mamila y los tacos de suadero. Las malas lenguas dicen que fue a la escuela, pero lo niega rotundamente.